
Un fin de semana de de esos corrientes,
nos agrupamos la peña como haciamos casi siempre.
Hablamos y hablamos sin saber que hacer,
llegaba el viernes y volviamos a nacer.
Cansados ya de la misma rutina
alguien sugerió de irnos a una cantina.
Eramos cuatro, faltaba Juan Pedro
asi que todos juntos fuimos a recogerlo.
No hubo problema y se vino con nosotros,
fuimos en mi coche al garito ¨Elotro¨.
Una vez alli la cosa prometía
aun quedaba mucho para que fuese de día.
Reiamos y bebiamos sin dejar de hablar,
aunque la música parecia estallar.
La canción terminó y alguien se acercó
sin duda alguna aprovechaba la ocasión.
Con gesto rápido y bastante jeta,
puso en la mesa una tarjeta.
No la vi bien pero pude leer
y lo que leí no me pude creer.
Hablaba la tarjeta de la casa del Miedo,
el hombre no dijo nada se fue ligero.
Nos invitaban a pasar la noche entera
en una vieja casa en las afueras.
Todos nos mirabamos estabamos perplejos,
que se habra creido ese pendejo.
Aunque felices ya la bebida escaseaba
una cena gratis en la casa nos daban.
Después de habernos vistos los unos a los otros,
resolvimos ponerle fin al garito Elotro.
Ibamos vestidos para la ocasión,
nos aguardaba una noche de emoción.
Llamamos a un número que era Vodafone,
nos dijeron el sitio sin mas vacilación.
Como si se tratara de un sepelio
dieron cita previa en el cementerio.
Una vez llegamos todo estaba en calma,
no se veia ya ni una sola alma.
Hasta que una mujer a nosotros se acercó
portaba una lámpara que nos impresionó.
De aspecto siniestro, se hacía la tonta
nos mandó a seguir como quien no quiere la cosa.
Llegamos a la casa donde estaba su amo
una voz cercana me dijo, ¿nos vamos?
El amo nos dió la bienvenida, tenia olor a setas
el tio juraba no salber nada de la tarjeta.
Todos lo tomamos como si fuera un juego
no imaginamos lo que iba a pasar luego.
El salón estaba oscuro apenas iluminado,
alrededor de una mesa todos nos sentamos.
Se respiraba en el aire cierta tensión
nos presentamos sin mayor dilatación.
Tenía dos sirvientas que en todo servían,
Natasha y Natalía a esos nombres respondian.
Empezaron a contarnos una historia macabra,
el amo y sus sirvientas estaban como cabras.
Nos propuso acomodarnos en habitaciones,
parecia muy extraño tantas atenciones.
Cuidado Isra, donde nos metimos
demasiado pronto para darnos por vencidos.
Me asomé ala ventana, estabamos muy altos
de tener que huir, imposible dar un salto.
Alrededor de la casa, campos y muchos pinos
ya la cena me importaba tres pepinos.
Luego de instalarnos, nos sentamos todos juntos
nada mejor que aperitivos para quitarnos el susto.
El amo daba vueltas alrededor nuestra,
por fin dijo: todo eso no es de muestra.
Habia patatas, queso y jamón
hubierais visto a mi amigo el Ramón.
Las sirvientas nos servian las bebidas,
despues de todo eso, vendria la comida.
Estando a solas, algo raro sucedió
vino una niña que el cuento irrumpió.
Preguntaba por su padre una y otra vez,
nadie la vió nunca pues sin más, se fué.
Se lo hicimos saber al amo, sin retraso
si tiene pistola nos agarra a balazos.
decia que su hija murió con sus esposa,
no entendimos de que iba la cosa.
Nos queriamos ir pero no sabiamos donde,
cualquiera le hablaba al señor Conde.
A las sirvientas las tenia hasta el moño,
a nosotros nos mandó a buscar a su retoño.
Saliamos a fuera y eso no era un parque
el terreno de la casa contaba con cien acres.
Ibamos buscando pistas sin saber donde ir,
una de esas pistas me las lleve de souvenir.
Por los caminos ibamos todos juntos
mas de uno se llevo un buen susto.
Habia un hombre que nos tiraba grandes piedras,
y un loco suelto que llevaba una sierra.
Todo estaba oscuro, contabamos con velas,
las zapatillas estaban para verlas.
Corriamos por la tierra de arriba-abajo,
para estar asi, prefiero irme al tajo.
La última pista fue la mas ladina,
la habian metido en el fondo la piscina.
Y aunque de voluntario se ofreció Salvador,
terminó en el agua el que era el mayor.
Ya dentro de la casa estabamos mejor,
aunque era Septiembre y hacia calor.
La noche terminaba y el misterio no se resolvia,
sino lo conseguiamos más de una moriria.
Haciamos suposiciones con mucho trabajo.
el amo mientras tanto nos mandaba al piso de abajo.
Ibamos de uno en uno sin saber que nos esperaba,
antes que yo, Antonio bajaba.
Cuando llegó mi turno bajé con desparpajo,
casi me caigo escaleras abajo.
tumbas, zombies, mucho humo y un carnicero,
para colmo de males, después un carcelero.
Hice un trato y me pude escapar,
el alma de Salvador se llevarian sin tardar.
Una vez fuera por fin respiré,
lo que le hicieron a Salva, no me lo pude creer.
Me asomé a la ventana pero no veia nada,
sólo se oian los gritos que daba.
Se abrió la puerta y al fin salió,
verle la cara, era lo mejor.
Pasado el susto volvimos al salón,
ibamos todos a buscar una explicación.
Estaba el amo y sus sirvientes esperandonos,
ya no habia nadie molestandonos.
Se acercaba el final y la sirvienta confesó,
a la mujer del amo y a su hija asesinó.
Despues de presenciar una escenas de celos,
todo se aclaró finalmente entre ellos.
Cuando nos acostamos eran las siete mas o menos,
y al despertar un desayuno al menos.
El sol brillaba ya de nuevo era de dia,
mas de una cosa ahora comprendía.